De porqué no comento en mis acuerdos y desacuerdos.

Bueno, todo empezó un día, al principio del blog en el que le pedí a Leonor de Parma que me contara más motes de nuestras queridísimas. Ella me dijo que estaban en la APIA. Algo había leído sobre la APIA, pero ni idea de dónde era. Cuando las visité, justo el post en el que andaban era sobre política, y de la derechona, derechona.

 Así que le dije a Leonor que no iba a pasar más por ahí porque era demasiado derechon para mí, Leonor me dijo que ningún problema, que ella se relaciona con culos variados en la vida real y en la virtual también.

Y ese es el motivo por el que en principio no comentaba. Una par de veces he vuelto a entrar, y me he reído un montón con los comments, El de los zipi y zape preppys de Silvia aún me hace gracia.
Pensé unas cuantas veces en comentar, pero no se me ocurría qué decir que no hubieran dicho ya.

Hasta hoy, evidentemente uso algunos nombres apiales, pues ellas han sentado una base, pero de ahí a copiar, por supuesto que no. Hay quién se ha quitado el MISS, aún no entiendo porqué, pero yo a Claritina la voy a seguir llamando Claritina, y haciendo memoria ni idea de que otra palabra pueda usar que no usara ya en mi vida normal.

Lo último es que parece que el último post de la APIA habla de mí, lo he leído por encima, algo he pillado, he leído un par de comentarios y no sé.

Yo escribo muy tranquila, no voy a entrar en bucle, cada uno es libre de pensar lo que quiera.
Be my guest.

Este post lo escribo precisamente porque  hay quién se pregunta porqué no comento en la APIA, y la verdad, aunque en un principio me pareció derechon luego me hizo gracia, pero nunca supe qué comentarles, y así hasta el día de hoy.


Tengo que avisar de que cierta nueva y polémica incorporación debe vigilar el lenguaje, porque he borrado bastantes comments, uno mío incluído. Por favor, matémonos, pero con educación.